Este nuevo B-Max es un monovolumen pequeño, ya que apenas pasa de los 4 metros de longitud (4,08). Ford lo comercializa con el gran atractivo de un peculiar sistema de puertas correderas sin montante, que dejan un gran espacio abierto aparentemente, aunque tiene sus matizaciones. Es un coche con una calidad de construcción y comportamiento dinámico superiores a la media; aunque su precio también lo es.

Qué aporta de interés

El nuevo B-Max es un compacto pequeño, un poco más largo que el Fiesta, que cuenta con un sistema de apertura de las puertas por sillas correderas que tienen una ventaja innegable en cuanto a accesibilidad. Esta accesibilidad interesante lo es sobre todo a la hora de encaramarse para, básicamente, atar a niños en sus sillitas. En ese sentido, hay pocos coches en el mercado, por no decri ninguno, que dejen más espacio ya que carece de pilar central. Ford se ha “arriesgado” en el segmento de los coches pequeños, donde es muy poco habitual que se empleen soluciones de puertas correderas, y menos aún sin montantes, lo que dejan un gran espacio de aire al abrir las puertas. Sin embargo, lo que parecía una gran ventaja no lo es a la hora de entrar en las plazas traseras, especialmente con movilidad reducida. No es que sea un coche en el que es más difícil de entrar que en los demás, es que realmente las puertas correderas no se aprovechan para acceder mejor, ya que los asientos quedan por detrás de las puertas, y hay que hacer un escorzo adicional para sentarse;  especialmente en gente mayor va a ser incluso más difícil entrar ya que no tienen ningún punto de referencia (puerta, pilar) en el que apoyarse. Un pequeño despropósito. A este respecto, una reflexión quizá intrascendente: siempre se habla de la adecuación de un coche para llevar a niños, pero muchas veces nos olvidamos de los mayores, que en número son incluso más que los niños.

La otra gran ventaja de las puertas correderas traseras es la posibilidad de que la gente baje y suba con comodidad en sitios muy estrechos. Aunque esta ventaja también tiene su cruz, y es que en el lado de la carretera si el conductor tiene su puerta cerrada el que entra y sale se queda sin su escudo o protección visual que es una simple puerta abierta.

Quizá debido a que es un coche bien rematado y a su especial sistema de acceso a las plazas traseras el B-Max es más pequeño que coches que valen parecido (como el Opel Meriva, que le saca 21 Cm) y más caro que los coches de su tamaño. Las versiones diésel de acceso se van a 3 de los antiguos “kilos”. Hay pocos coches de su configuración y tamaño que sean igual o más caros, y los que son más caros tienen más equipamiento, así pues, el B-Max es un coche que aparentemente va a gozar de ciertas dosis de exclusividad, algo parecido a lo que sucedió en su día con el Peugeot 1007.

Cómo va

Hemos tenido ocasión de probar el B-Max con el motor 1.6 diésel  de 95 CV y nos ha gustado el conjunto chasis/motor, con un resultado final redondo y equilibrado que lo hacen posiblemente la versión más interesante. La suspensión del B-Max es tirando a firme, algo poco habitual en este tipo de coches, pero no es incómoda ya que conserva buena capacidad para absorber las irregularidades de la carretera. El hecho de tener una dirección bastante comunicativa hace que no tengamos la sensación de estar conduciendo un coche torpe o “afurgonetado”, como sucede en otros monovolúmenes. Se puede conducir a ritmo ligero sin que bambolee, más bien al contrario, es un coche donde las reacciones son previsibles, se puede llevar incluso con ciertas dotes de agilidad y tranquilidad a la hora de cambiar de dirección, y en general me parece que si no el mejor, está en el top de los coches de este segmento por su forma de responder al volante. En ese sentido, su parentesco con el Fiesta, que también es magnífico en este aspecto, está ahí; aunque no cabe esperar una agilidad idéntica, es inidentificable el buen tacto. Culmina estas buenas sensaciones la caja de cambios, que funciona de forma muy satisfactoria, otro elemento más para olvidarnos de que estamos conduciendo un coche estrictamente concebido para uso faimilar.

El motor 1.6 como casi cualquier motor de cuatro cilindros llega al interior claramente en forma de sonido y vibraciones, si bien se ha ganado en esta última generación de propulsores de gasóleo con sistemas de inyección de mayor presión. Los consumos se mantienen en el entorno de los 6-6,5 litros para una conducción despreocupada, y es posible bajar de los 6 si circulamos con cierto interés y suavidad, lo cual son muy buenos datos . Una particularidad que tiene este coche y que comparte con los Ford es la luna delantera térmica; es un extra que conviene mirar antes de comprarlo porque a algunas personas les puede llegar a molestar, y de noche, en algunas ocasiones, no con mucha frecuencia, puede llegar a producir pequeños destellos según la intensidad e incidencia de la luz que viene de frente. Durante la prueba hemos tenido ocasión de dejar el coche en una urbanización en pleno invierno y probar su efectividad, tras acceder a él con una notable capa de escarcha. En el siguiente enlace se puede ver un pequeño vídeo grabado sobre la marcha, en el que se muestra el tiempo real, algo más de 2 minutos: 

Vida a bordo y equipamiento

Desde dentro las puertas requieren algo de fuerza para moverlas, desde luego más que con unas puertas normales. Y si se deja de hacer fuerza en el tramo final del cierre (algo que ocurre con frecuencia a quien no está acostumbrado) el porcentaje de dejarlas mal cerradas es alto. Su anchura interior está también ligeramente condicionada por el grosor extra que requiere este sistema. De hecho, el espacio interior es prácticamente el mismo. Frente a éste tiene claramente más maletero, aunque no es para tirar cohetes (318 litros). Lo que es claramente superior es la modularidad interior, como corresponde a un coche de este tipo: los asientos se pueden abatir completamente de forma asimétrica, y queda un espacio plano.

La posición de conducción es la habitual en coches de este tipo, circulando más alto que en un turismo, lo cual apreciarán algunos y detestarán los menos. Todo queda a mano, los asientos son buenos, mejores que la media de su categoría, y los mandos quedan todos claramente a la vista y accesibles, con un diseño práticamente idéntico al que estrenó el Fiesta. En general, el aspecto del interior transmite mucha calidad a la vista, aunque de cintura hacia abajo es fácil encontrar lugares donde se ha favorecido el ahorro. La unidad probada contaba con un gran techo panorámico de cristal con protección UV que además cuenta con dos cortinillas accionadas manualmente. La apertura del techo proporciona una sensación psicológica de amplitud que puede ser muy agradable para viajar, especialmente en invierno.

Precio aproximado versión 1.6 Trend: 18.000 euros.